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Idoya Bonet

Comadrona, te acompaño durante tu embarazo con mucho amor y escucha profunda.

Soy comadrona desde hace más de 20 años, en los que he vivido dos extremos a la hora de acompañar a la maternidad.

Cuando estudiaba mientras todo el mundo en la calle me decía que tenía la profesión más bonita del mundo, yo por dentro vivía una realidad totalmente diferente.

Las mujeres estaban tumbadas, atadas a una máquina, expresarse o gritar no era bien visto, sin intimidad en boxes separados por finas cortinas. Vi sumisión, dolor y violencia. Presencié cómo un ginecólogo pegaba a una mujer para que empujara y me obligaron a cortar cada una de las vaginas de todas las mujeres que acompañé.

En aquellas épocas aún existían las nurseries en algunos sitios y otra de las cosas que me marcó, fué ver cómo podían haber 4 enfermeras/auxiliares o médicos en aquella sala hablando de sus cosas mientras de fondo había un llanto constante de esos bebés separados de sus madres. Yo llegaba y los cogía a todos, me faltaban manos y no podía ser indiferente a esa petición de auxilio.

 

Me sentía extraña, cómplice de algo que parecía que solo yo veía. Me pasaba el día apagando fuegos..entrando en aquella habitación donde la mujer se había asustado con la dureza de las palabras o tactos del ginecólogo y devolviendo humanidad. Salvando y evitando el maltrato evidente a madres y bebés teñido de profesionalidad.

La violencia no solo era a las mujeres y a los bebés sino que también entre los profesionales, luchas de poder verbal o sumisión que naturalizamos. Demasiada dureza.

Durante este tiempo, en paralelo fueron apareciendo joyas en mis manos que me ayudaron a poner luz a todo esto..Mi primer libro ya de estudiante “La mente del bebé recién nacido (David Chamberlain)”..que me confirmaba lo que mis ojos veían..el bebé sentía, la forma de nacer era importante y esa violencia ejercida tenía una huella.

Después del libro, otro libro, un congreso, un curso..Mi vida dió un giro e inicié un viaje de autoconocimiento y crisis personal. Me fui de voluntariado a Africa, me apunté a la formación de yoga, terapia neural, experiencias potentes de rebirthing..etc.

Todo esto me llevó a una consciencia más profunda donde pude observar que aquella sensibilidad ante la violencia obstétrica y el abandono también eran el reflejo de un abandono y violencia “socialmente aceptado” sentido en mi niñez.

Inicié una época dorada en el parto en casa. Amor, respeto, escucha, profundidad y paz. Allí podía ser yo misma, ya no tenía que justificar ni medir mis acciones o palabras, no tenía que presenciar maltrato.

Idoya Bonet

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Con los años lo que parecía imposible al final sucedió y las cosas en los hospitales fueron mejorando…muchos estaban despertando y lo que yo veía también podían verlo. Que gran alivio..surgieron los planes de parto, protocolos de partos respetados, casas de nacimiento, reconocimiento a la violencia obstétrica..entonces comencé a vislumbrar otra realidad que hasta ahora no veíamos.

Mujeres que tenían claro el parto natural, que habían leído mil libros, profesoras de yoga, psicólogas…que cuanto más deseaban esa experiencia parece que la vida les daba el polo opuesto..bebés que no se colocaban,partos estancados.. cesáreas no deseadas llenas de frustración y dolor.

A través de mi propia experiencia pude entender mejor lo que pasaba ya que yo también fui una de estas mujeres.

Primer embarazo, 37 años, comadrona…¡Con todo lo que yo sabía!.. ¿Cómo no iba a tener un parto natural?. Quería poder vivir esta experiencia sí o sí.

El deseo era claro, pero mi lucha interna no encontró cabida.
Había 2 discursos claros en mi entorno..Somos mamíferas..todas podemos..parto en casa lo mejor..todo natural, parto orgásmico.. Y el discurso hospitalario y de mi familia cercana que decía el parto en casa es peligroso, eres una inconsciente, el parto duele mucho.

Mi mente quería si o si parto natural en casa pero algo dentro de mí (creencias inconscientes) no acababa de estar en paz.

Y si, parí en casa y aparentemente todo fue bien..pero no hubo placer, ni disfrute…Hubo miedo, dolor y una sensación agridulce de que el discurso que yo había comprado y vendido toda la vida tenía un fallo.

Hubo muchos fallos..pero para resumir, parí desde la cabeza. No me podía permitir otro tipo de parto y la propia presión, la idealización, el miedo al hospital, a no tener el parto deseado jugó en contra de la experiencia.

Allí fui consciente de que muchas mujeres estaban pasando por lo mismo que yo.

Y todo y que es verdad que el parto está diseñado para el placer y a través del parto se pueden vivir experiencias trascendentales increíbles, que el parto en casa es seguro y el cóctel hormonal es un regalo enorme para nuestra criatura..no tuvimos en cuenta que algunas mujeres .. tenemos miedos, heridas de infancia y corazas, una condición física “de oficina” no óptima y expectativas muy altas..Y todo y que continuamos siendo mamíferas..muchas veces somos mamíferas desconectadas de la naturaleza.

Comencé a observar a muchas mujeres frustradas con partos reales, que distaban mucho de su idea de parto orgásmico que les habían vendido en las redes sociales y me vi en crisis intentando integrar lo vivido.

Me di cuenta de mis errores, y pude comprobar en carne propia que el objetivo no solo era conseguir un parto natural sinó era poder vivir esta experiencia con amor, respeto y aceptación.

Y todo esto es lo que me ha llevado a querer acompañar a mujeres parejas que desean un parto natural.

Quiero poderlas acompañar de manera profunda, trabajando todos los factores internos y externos que les alejen del parto deseado y luego soltando y aceptando con amor la experiencia que la vida les devuelva.

Buscando más el disfrute del proceso, la aceptación, la conciencia que el resultado en sí, con el objetivo de conseguir el parto consciente natural deseado.

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